05/06/2017
Indra echa de menos los viejos
tiempos. Como si de un colegio se tratase, ha prohibido a sus
trabajadores el uso de teléfonos móviles personales en las horas de trabajo.
Fuera
chistes, la noticia es tan real como la vida misma. Así es la última medida que
ha decidido implantar la compañía que preside Francisco Abril-Martorell.
Ahora bien, como en todo, hay vencedores y vencidos. Más que nada porque la
medida adoptada la semana pasada no se aplica a todos los departamentos, según
nos cuentan responsables de la compañía. En concreto, se está aplicando a los
departamentos que se consideran más sensibles: atención al cliente y
contratación, aunque es posible que también en otros. Sin embargo, nadie se
atreve a confirmar ni desmentir cuáles son todos los departamentos afectados.
Según fuentes de la empresa la
decisión no procede de la dirección general, aunque sí la comparte. La
razón por la cual se ha procedido a tal prohibición es sencilla. Según han
dicho, en el caso del departamento de atención al cliente se ha puesto
en marcha para que los trabajadores puedan dar un mejor servicio. En
el caso de los departamentos de gestión de contratos se impuso la medida para garantizar
la confidencialidad de los contratos, para que ningún trabajador se vaya de
la lengua. En definitiva, para evitar que nadie pueda hacer fotografías ni
llamadas que puedan dar detalles al exterior.
Lo
han hecho para mejorar la atención al cliente y garantizar la confidencialidad
Entre
los trabajadores la estupefacción y la sorpresa es el sentir generalizado,
aunque hay división de opiniones. Nadie confirma, ni siquiera la propia
compañía, que haya filtraciones reales de información; ni tampoco una caída en
la productividad de los empleados afectados por el empleo del móvil. Sin
embargo, los empleados de la compañía temen que los tiros vengan por ahí; un
intento por evitar “censurar” y evitar que pierdan el tiempo en conversaciones
privadas bien con llamadas, bien con mensajes de WhatsApp -como si fueran las
notas del colegio criticando o comentando el día a día del trabajo-.
A
pesar de la sorpresa, parte de la plantilla afectada dice que este asunto ya se
veía venir. El problema es que están pagando justos por pecadores, nos dicen.
Algunos trabajadores de Indra se ponen los auriculares para
escuchar música mientras trabajan. Reconocen que así están más relajados y se
concentran mejor. Sin embargo, estos últimos también han recibido alguna
llamada de atención en los últimos días.
Una
decisión que llega en un momento clave para los trabajadores de Indra. Ellos,
junto a los de Tecnocom, van a ser evaluados en las próximas semanas. La
integración de ambas compañías debe culminar con la integración y unificación
de los equipos directivos; equipos comerciales (presenta, marketing,
ventas, atención al cliente); de producción y corporativos que estuvieran
totalmente integrados. Así que la presión que existe sobre ellos es máxima. No
es descartable, por tanto, que en las próximas semanas se pueda plantear un
nuevo ERE en la compañía tecnológica, algo que llevan denunciando los
sindicatos meses. En concreto, desde que se lanzara la oferta de compra de
Tecnocom.
Sería
el segundo ERE en poco más de un año, ya que el año pasado Indra lanzó uno para
más de 1.500 trabajadores en un intento por enderezar las cuentas de la compañía. La
decisión final de lo que ocurra a partir de ahora recaerá en Javier de Andrés
que es la persona que pilota la integración de las dos compañías. El CEO de
Indra, por cierto, muy cuestionado en los últimos días. Es el único
‘superviviente’ de la época de Javier Monzón en la compañía y, además, ha
estado imputado en el caso Púnica y está vinculado a la Operación Lezo. Su
mujer, María Fernanda Richmond, era la directora del Canal de Isabel II, es una
de las detenidas en el marco de la investigación policial.
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