Lo más triste de todo es que ya no nos sorprende a nadie
está forma de actuar, se les pide a los profesionales que trabajan en
Capgemini que hay que hacer un esfuerzo para que los clientes nos sigan dando
proyectos, pero a cambio la recompensa que obtienen es el despido.
La última vez la empresa se cebó con la gente que se estaba
formando, a pesar del esfuerzo que estaban realizando.
No sabemos cuál va a ser el criterio esta vez, si es que
alguna vez ha existido alguno, o es una manera de reducir el número de desasignados.
Parece que en las charlas que nos da el CEO para
decirnos lo bueno que es trabajar en una compañía como esta, sólo cuentan
las cosas buenas (en el hipotético caso que las hubiera) y obvia la
incertidumbre que supone para la plantilla que cada cierto tiempo tienes la
seguridad que va a ejecutar despidos.
Vemos que les da igual que haya pandemia o que no,
que la gente además de estar preocupada por su salud con este virus que estamos
padeciendo, tiene que estar preocupada de los despidos a las cuales la empresa
no falta a la cita recurrentemente.
Esta empresa es fiel a su ideología, palo y zanahoria,
aunque cada vez más palo (que se lo digan a los despedidos) y menos zanahoria
(está sólo para sus allegados).
Esperemos
que recapaciten esta forma de actuar, aunque mucho nos tememos que no va a ser
así, seguirán con sus discursitos del orgullo de trabajar en Capgemini bajo
la pauta de los
consabidos siete valores, y al día siguiente te darán una patada en
él culo y te echarán a la calle.
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