Actualmente, nos encontramos con una realidad, donde el estrés encabeza la lista de enfermedades asociadas con el trabajo. La OMS reconoce los riesgos psicosociales como condiciones susceptibles de incidir negativamente en los trabajadores. Sin embargo, a pesar de que algunas de las dolencias relacionadas con el estrés como es el síndrome del Burnout, puedan estar reconocidas en el marco de protección laboral, en ninguna ocasión el sistema pone los medios necesarios para combatirlo.
El aumento de los problemas asociados con la precariedad laboral, el miedo al desempleo, la carga excesiva de trabajo, el acoso laboral y las largas jornadas que hacen imposible compaginar la vida profesional con la personal, son los factores principales que profundizan las enfermedades relacionadas con el estrés. Dentro de todos estos factores cabe destacar el miedo a perder el empleo, incluso recientemente se ha acuñado el término de “síndrome del superviviente”, siendo este el conjunto de percepciones, actitudes y sentimientos que se dan en los empleados que permanecen en la organización después de un proceso de reducción involuntaria de la plantilla.
Concretamente el burnout, puede incidir en la salud con consecuencias muy graves, tanto a nivel físico como psicológico. El diagnóstico de la enfermedad lleva aparejado una falta de energía, carencia de motivación y un elevado grado de apatía. Físicamente, además, puede dar lugar a padecer de fatiga crónica, dolor de cabeza y trastornos gastrointestinales. Estos factores no solo afectan negativamente en el cuerpo y en la psiquis, sino que también llevan a reducir el desempeño en el trabajo. Cabe mencionar que, ya en el 1980, las psicólogas norteamericanas C. Maslach y S Jackson, quienes categorizaron esta enfermedad, asociaron el Burnout con el cinismo y sentimientos de baja eficacia.
En relación a las causas del síndrome del burnout son múltiples aspectos como la sobrecarga de trabajo, no otorgar independencia, la ausencia de refuerzo o las recompensas insuficientes, la falta de apoyo o confianza hacia el empleado, las injusticias, los conflictos de rol, y la ética moral son algunos ejemplos de cómo un mal clima generado por las políticas de la empresa puede provocar este síndrome. Además algunas características del medio laboral que favorecen este síndrome son, la temperatura inadecuada, estar sometido a ruido constante, tener iluminación inadecuada o artificial, estar expuesto a peligros reales (contaminación, contagios, radiaciones, etc), la escasez de espacio físico, y los olores molestos.
El síndrome de Burnout y la precariedad
El síndrome de Burnout, puede estar presente en cualquier tipo de trabajo y se agrava entre los trabajadres a causa del discurso capitalista del mérito, que postula que si cada uno de nosotros lucha por sus sueños los conseguirá. Pero como todos sabemos esta teoría se encuentra muy distante de la realidad, en la cual prima el origen y la posición social, cada vez más degradada, y nos hace sentir responsables de nuestros fracasos. Este factor, es la causa de que una gran parte de las y los trabajadores se les diagnostique depresión (La OMS indica 350 millones de personas en el mundo) o enfermedades relacionadas. Cabe mencionar la alta tasa de incidencia en los trabajos de atención al cliente, debido a la precariedad en la que se encuentra el sector, ya que las empleadas y empleados están constantemente expuestos a estresores del ambiente. Y además de ello, las propias características del sector, donde hay un contacto directo con el cliente que suele ser muy exigente.
Según algunos estudios, el prototipo de profesional más predispuesto a desarrollar el síndrome es un trabajador con una gran vocación, que se entrega a su profesión, con altos niveles de idealismo profesional y que desarrolla su trabajo centrado en el trato hacia los demás. Algunos estudios sobre determinados colectivos profesionales (sanitarios, trabajadores de servicios sociales y profesores en general) muestran unos porcentajes de prevalencia del síndrome que oscilan del 10% al 50%.
El neoliberalismo trajo consigo la idea de rendimiento absoluto, la idea de que todos estamos capacitados para poder conseguir nuestros sueños, aspiraciones y proyectos. Bajo esta lógica del libre mercado la sensación de fracaso al no conseguir estas metas y resultados cada vez más inalcanzables hace que la enfermedades relacionadas con el estrés sean las más comunes entre los trabajadores.
A pesar de que en esta cuestión interviene el factor subjetivo, es decir, en el que nosotros mismos nos presionamos para conseguir objetivos ante el miedo al fracaso, sin embargo es la cada vez mayor explotación a la que se ven sometidos los trabajadores lo que genera esas frustraciones. Las largas jorndas imposibles de soportar al 100% de nuestras capacidades, los extenuantes rítmos, los fugaces descansos semanales o incluso los largos periodos sin descanso semanal, la presión por cumplir objetivos de los que depende parte del salario, y en definitiva la presión que sufren los trabajadores en su día a día son las principales causas de que vivamos en lo que ya se ha definidos como sociedad del cansancio.
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