El pasado 19 de marzo los jefes de estado de la UE, reunidos en sesión del Consejo Europeo (donde hay gobiernos de todos los colores) han rubricado un acuerdo que ignora los más elementales derechos y libertades recogidos en todos los tratados internacionales y en la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Por más que hayan querido representar una negociación para mejorar los aspectos más discutibles del borrador, lo cierto es que el texto firmado con Turquía mantiene el objetivo central de cerrar las fronteras europeas a los refugiados de las guerras que asolan Oriente Medio, especialmente a Siria.
Que el acuerdo asegure que no se van a producir expulsiones colectivas ni en caliente y que se admitirá un refugiado con papeles por cada expulsado a Turquía (sólo hasta alcanzar los 70.000) puede dejar tranquilas las conciencias de los máximos dirigentes de la Europa de los mercados, pero en modo alguno va a detener el drama que están viviendo millones de seres humanos. Nada más entrar en vigor el acuerdo (con una rapidez desconocida en la aplicación de las normas europeas) ya estamos viendo la imposibilidad de registrar adecuadamente los datos y situación de cada refugiado, así como de garantizar el traslado desde Grecia y la estancia en suelo turco en unas condiciones dignas; precisamente sobre la idoneidad del gobierno de Turquía para garantizar el cumplimiento de los derechos humanos ya se han manifestado en contra varios organismos internacionales y organizaciones humanitarias.
Para CGT el acuerdo firmado en Bruselas merece nuestro total rechazo y el compromiso de seguir trabajando para su anulación o superación mediante la práctica de la solidaridad y el internacionalismo. No nos podemos sentir representados por quienes firman contra todo sentimiento de humanidad y fraternidad, por lo que apostamos por seguir los dictados de nuestra conciencia respecto a nuestros hermanos que huyen de la guerra, el dolor y la muerte. No podemos dormir tranquilos después de ver las imágenes de los campos y caminos de Europa llenos de gente desnutrida y enferma a la que se le cierra el paso con alambradas, porras y hasta gases.
No podemos olvidar que todas estas personas y hasta familias enteras han sido forzadas a dejar sus casas, su tierra y su cultura por guerras y situaciones en las que las políticas occidentales no han sido ajenas. La lucha por la explotación de los recursos naturales, el control de grandes espacios geoestratégicos y el comercio de armas tienen mucho que ver con las catástrofes, cada vez menos naturales, que padecen los pueblos de África y gran parte de Asia. Intentar cerrar el paso a los que huyen de la miseria y la violencia, aparte de cruel es inútil; si se cierra una vía, se buscará otra. Los europeos también los hemos hecho en épocas no tan lejanas.
La ciudadanía de la Europa comunitaria debemos tener claro todo esto. Debemos tratar de conocer al máximo los detalles que hay detrás de la salida de cada persona de su país. Pero tampoco eso nos ha de llevar a estar, mientras tanto, de brazos cruzados y revisando cada paso que demos. Hay razones fundadas detrás de este éxodo que nos deben conducir a responder activamente con la solidaridad y el apoyo a quien está siendo perseguido y expulsado. Hemos de tratar a las personas como iguales, hemos de forzar que los desplazamientos sean seguros, hemos de ayudar con ropa y víveres a quienes llegan y hemos de denunciar sin tapujos a quienes provocan esas guerras, a quienes reprimen al disidente, a quienes acaparan los beneficios del petróleo o los diamantes de sus subsuelo...
No hay emigrantes o refugiados buenos o malos porque huyan de gobiernos afines o rivales, hay personas que huyen de situaciones que nosotros tampoco podríamos soportar. Desde la CGT llamamos a acudir masivamente a las protestas que se convoquen denunciando la vergüenza de esta Europa del Capital. ¡No queremos la Europa fortaleza! ¡No queremos la Europa de Maastricht! ¡No queremos el espacio Schengen ni los CIE! ¡No queremos las maquilas en México ni en Bangla Desh! ¡Queremos un Mundo donde quepan muchos mundos!
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